viernes, 16 de enero de 2015

....y mi dia que no mejora. Rebajas II parte.


Sigue.....
Apenas llevaba una hora atrapada en aquella mole fea e informe de hormigón y ya empezaba a sentir los efectos del "Estoy hasta el rabo de la boina", cuyos síntomas son, sudoración, palpitaciones, ahogos, sequedad bucal y una mala hostia que crecía por segundos......un vinito que aplaque mi espíritu, please.






La aborrescente (término que hice mio desde el mismo segundo en que se lo escuché a una buenisima amiga) zigzagueaba delante nuestro esquivando a otros aborrescentes que como ella caminaban con la cabeza inclinada sobre el teléfono. Creo que los aborrescentes son como los murciélagos, y no lo digo porque les chupen la sangre, la pasta y la energía a sus padres que también, si no porque como los simpáticos bichitos mezcla de rata y chihuahua, parecen moverse por ultrasonidos. Fijaos en ellos, van enfrascados en sus absurdas conversaciones via whastapp o facebook y jamas, jamas se chocan entre si. Creo que aviación civil debería estudiar su cerebro, sus hormonas o el fijador ultra que utilizan para mantener esos flequillos tiesos como tablas, para incorporarlo en los sistemas de navegación de los Airbus. Como digo la "Abo" zigzagueaba delante nuestro y su madre caminaba a mi lado hablando sin parar, saltando sin solución de continuidad de la colonoscopia de su marido, a una verruga que tiene entre los dedos del pie, al precio de los libros de la niña  y a la tarifa nueva del gas. ¿Pero a quien coño le importa ahora el gas, cuando lo que quieres es volver a la tienda y arrancarle el pendiente de la nariz (que mas parecía un moco que un brillante de 3 kilates) a la dependienta que ha insinuado que eres mayor y algo hortera?. RESPIRAS, respiras tres veces tal y como has visto hacer a tu monitora de aerobic, para recuperar oxigeno en el cerebro y vuelves  a preguntar si la "niña" necesita algo.
          -Pues si, ahora quiere unas botas....- contesta mi amiga sin mirarme.
Creo que mis ojos desprendían tal calor que le chamusqué dos extensiones.
          -...entramos en la zapatería y luego te acompaño donde quieras,
Y así fue, entramos en una zapatería iluminada con una luz tan brillante e implacable que me aumentaron tres dioptrias. Normal que todo fuese tan claro, tan blanco y tan bien iluminado, la media de edad no pasaba de los 25, eso incluyéndonos a mi amiga y a mi que la subíamos, y a esa edad ya se sabe que no huyes de la luz como Bela Lugosi, como haces una vez pasados los 40, es mas gozas envolviéndote en ella. Los jóvenes con las corneas sanas y frescas y una vista de lince encienden los halógenos del pasillo, los del baño y la fluorescente de la cocina solamente para coger una cocacola zero. Y tu con presbicia, miopia, hipermetropia y piedras en el riñón, te mueves a oscuras por el pasillo palpando la pared,  entras en la cocina y das la luz de la campana para hacer unas alubias con chorizo y unas albóndigas.."Total son tres horas de nada y con esta luz me apaño".
Entre la luz brillante y la música del reggaeton a volumen de sordera casi me da un ataque epiléptico. Me senté en un banco que habría hecho confortable a un potro de tortura medieval, estaba tan bajo que con las rodillas me tape los oídos.
      -"Mira no hay mal que por bien no venga"- pensé,  la música me estaba dando taquicardias, y aunque luego tuviese que hacer la croqueta sobre el suelo de madera sintética para levantarme, todo lo compensaba si dejaba de escuchar a aquel muchacho diciendo:
        - El que te saca una sonrisa si estas dowm
           Tu primer amor el que nunca has olvidao
          El nene tuyo, el del orgasmo asegurao
          El que por tus amigas siempre han preguntao..... (tengo al corrector de word loco)

Pura poesía.

¡¡VALGAME EL CIELO, PERALES RESCATAME!!!

La "abo" danzaba alrededor de las estanterías colocadas en circulo por toda la tienda cogiendo y dejando zapatos, botas, zapatillas deportivas y sandalias. Otra cosa igual ¿SANDALIAS?. En invierno ves sandalias y camisetas de tirantes en las tiendas y en verano botas de goma de colores super chic y jerséis de lana. Vamos lógico de estar en Montevideo, pero es un poco comprometido (sobre todo para tus dedos) llevar sandalias en diciembre si vives por ejemplo en Burgos. Pero que sabré yo.



Opté por abstraerme, relajarme  e intentar mantener el equilibrio en aquel mojón con tapicería de falso cuero. La "Abo" escogió unas botas que parecían haber sido rescatadas de una trinchera en Verdún con sus cordones desintegrados y la suela que parecía haber pisado una mierda de caballo. No quise dar mi opinión porque lo que necesitaba era salir de allí y respirar algo que no oliese a algodón de azúcar. Que empalago de ambientador y perfumes.