martes, 28 de abril de 2015

La agonías que te respiraba en la nuca.

"La edad trae templanza" decía mi abuela. Bueno pues lo siento abuela, pero a mi se me está llevando la poca con la que vine de serie.
Cada día aguanto menos. Es cierto que tengo días en los que a mi chakra no lo altera ni la  vecina tocapelotas que todos tenemos y que además de quejarse por todo, cotillear de todo y saber de todo,  ha padecido o padecerá todas las enfermedades, dolencias,. insuficiencias y desgracias que puedan suceder en tu portal o en cualquier otro portal del barrio. Da igual lo que le cuentes, ella siempre te responderá con un:
         -"Ay hija, si yo te contase, eso mismo me pasa a mi".
Da igual que sea un callo, almorranas, acné, gases, una colonoscopia, que tu lavadora pierde agua o que se te perdió un tío carnal de tu madre en una expedición al  antiguo Congo belga, ella siempre mas.
Bueno pues hay días en que ni ella puede desestabilizar tu cada día mas precaria serenidad.
Si embargo hay otros días.......a veces coincide que tengo la regla (los mas he de decir), pero otras veces no puedo poner excusa, hay días en que le sacaría los ojos con unas cucharillas al primero que me mirase mal.

Bueno pues hoy es un día de los de las cucharillas. Y casualmente he tenido que ir al banco. Hoy, día de declaraciones de la renta y a tres días de que se acabe el plazo para escanear tu DNI, la menda ha ido al banco. Abro la puerta y además de un calor espectacular tipo sauna noruega, con una mezcla de alientos, sobacos y gominolas que te arañaba hasta el cielo del paladar solo de respirarlo, había una cola tipo adolescentes en concierto de Justin Biaber o frikis en la tienda Apple. Durante unos segundos sopesé el quedarme o marcharme, me decidí por lo primero. Respiré hondo (por eso se que te rascaba el paladar) y avancé con el firme propósito de que nada me haría perder el temple, había gente y punto, yo me colocaría detrás de la ultima persona y esperaría paciente a mi turno.

¿Porque siempre tiene que haber un agonías detrás tuyo en una cola?



Buena pregunta, seguro que Murphy tendría una respuesta.

Entra una tipa y se coloca detrás mio. Desde el segundo uno (antes de percatarse  si la cola iba rápido o no) ya comienza a bufar, chasquear la lengua y quejarse por lo bajito, resoplando como una búfala en celo. Mira el reloj, saca el móvil, lo mira, y lo guarda, tres segundos mas tarde vuelve a sacarlo y a mirarlo y vuelve a bufar, resoplar y rezongar. Comienza a pesarme la chaqueta que llevo en el brazo y me empieza a sudar el bigote, el calor y la petarda de detrás están consumiéndome los nervios. La cola avanza lenta y afortunadamente sin interrupciones injustificadas. Un abuelo se demora unos segundos por encima de la media en sacar la libreta del bolsillo y la agonías se impacienta mas y comienza la maniobra de empuje, consistente en pegarse mucho a mi culo, invadiendo mi espacio vital, robándome el oxigeno, la paciencia y hasta el perfume de Narciso Rodriguez carisimo que hoy llevaba puesto, como si eso pudiese hacer que las 14 personas que estaban delante mio se evaporasen, como se estaba evaporando mi paciencia.
Poco a poco, porque todo acaba por llegar, vamos visualizando el final,  mientras, la agonías ha cambiado de táctica y ahora practica la del péndulo, consistente en oscilar de lado a lado de la fila mientras farfulla quejas y resopla.
Por fin soy la siguiente en la cola, de pronto HORROR, uno de los cajeros, quiero suponer que en un ataque incontenible de próstata se levanta y se va.
Mi agonías pega un gritito como se le hubiesen pisado la cola a un gato y vuelve a la carga,  a pegarse a mi culo, de nuevo la técnica del empuje, a esas alturas estaba yo en un estado de nervios que ríete tu de Falete esperando para coger mesa en un todo incluido,  de pronto siento su aliento rozarme los pelillos de la nuca, noto como una gota de sudor nervioso me resbala por la espalda. Sube el volumen de sus quejas y ya comienzan a ser  lacerantes, presiento que en unos segundos se me perforará el tímpano y a lo mejor hasta el colon.
Se que había hecho el propósito de que nada iba a joderme la mañana, pero una que está en ese síndrome premenstrual ( eso serviría de atenuante en cualquier juicio), no puede reprimirse y estrena el tacón de madera clavandoselo en el pie de la pedorra de detrás.

Siento un aullido de dolor, me giro y la sonrío.
             -Perdona no calculé que estuviese tan pegada a mi maletero.

Mi cajero aparece y avanzo hacia él con la misma satisfacción que los aliados en el desembarco de Normandía, sabiendo que dejaban la retaguardia jodida y aniquilada.

¿Porque siempre hay algún gilipollas preparado para joderte la mañana? AH, misterios del cosmos. A esta le va a costar cortarse las uñas una temporada.