miércoles, 16 de septiembre de 2015

Mi semana en el gimnasio II parte.

 He sudado, farfullado, gruñido, resoplado, hipado, jadeado, resollado y sufrido en esta ultima semana, mas que en todos mis 44 años. Pero la he sobrevivido, con mas pena que gloria, tengo que decirlo, pero la he sobrevivido.

Todo parecía ir razonablemente bien hasta que llegó mi primera clase de zumba.  AMIGOS ESO ES UN DESPIPORRE. Si me colocase un pañuelo de cuadros al cuello, un cigarro en la mano derecha y un Malibú piña en la izquierda parecería que estoy bailando borracha en las fiestas de mi pueblo.

 ¿Sabéis esos muñecos inflables que suelen poner en los eventos deportivo y que mueven los brazos como gilipollas sin ton ni son?, Sky dancers se llaman. Bueno pues yo me parezco a uno solo que pasado de gas. Mis brazos van hacia arriba, cuando los de las demás bajan y si la monitora grita derecha, la menda (que parece que lo hago por joder) se tira a la izquierda. Subo cuando tendría que bajar y me agacho cuando debería estirarme. Mis compañeras de grupo me miran con poco cariño. ¡¡Joder si no quieren que les pise, que me dejen espacio!!
Como decía el gran Saza, ¡¡Esto es un sindios!!.
Pero yo no me doy por vencida. esto no podrá conmigo. Algo habrá que pueda hacer, aptitudes me faltan, es cierto, pero actitud tengo para tirar el polideportivo a cabezazos, que para algo soy una tauro.

Me fijo en mis compañeras mientras estamos estirándonos y llego a la conclusión de que parte de la fuerza que parecen tener las otras se esconde en su atuendo. Bueno, quizá también el hecho de que lleven años yendo al gimnasio ayude, pero lo de ir tan monas y pertrechadas da seguridad.



Me voy al Decathlon.

No se puede ir a una boda en chándal, a la playa con botas de pocero y a un gimnasio si no has atracado antes un Decathlon.

Aparco y salgo del coche henchida de emoción. Voy a comprarme unas mallas.

  -¿Estás segura que eso te hará seguir mejor la clase?.
   -Coño, no se, pero por lo menos me agarra las lorzas, que lo he visto en la tele.

Como no podía se de otro modo, me decanto por el negro con toques de fucsia para dar algo de luz.
El dependiente me mira perplejo, intenta explicarme porque me convienen las zapatillas que tiene en la mano.

 - ¿Pero las tienes en rosa?.
 - Ehhh, no, solo hay azules.
  -Uyy no, es que he cogido estas mallas ultracompresoras vientre plano, con poliamida y elastano para que el cuerpo se pueda expresar libremente, y ya ves, tienen un ribetito rosa. Además la camiseta también es fucsia, incluso el bote del agua es fucsia. ¿No te parece arriesgado meterle un azul cian?
  - Disculpe, me llaman del almacén.

Se va. Sospecho que es una excusa. Me da igual. Busco unas zapatillas que tengan algo rosa y me las pruebo. Me quedan ideales, son cómodas y además no pienso correr la San Silvestre, así que me voy de allí tan contenta con mis prendas.



Y llegó el lunes. Después de no pocos esfuerzos conseguí meterme en aquella ropa. Me depilé los muslos por fricción al colocarme las mallas, y aquel sujetador del infierno me iba a producir un esguince al intentar sacármelo luego, pero me dio igual. Estaba tan profesional que casi me dieron ganas de salir corriendo hacia el polideportivo, en plan New York  Runner

Me contuve, no es cuestión de abusar. Me fui caminando.

De pronto, y como si de un Flash Mob se tratase, de las calles aledañas comenzaron a salir señoras ataviadas con prendas similares a las mías camino del gimnasio. Una marea infinita de mallas negras, camisetas fucsias, y zapatillas de runner, parecíamos los 100.000 hijos de San Luis versión zumba.  Joder, me reconocieron como una de las suyas, y creo que hasta me sonrieron,  me entraron ganas de saludar como lo hacen los moteros cuando se cruzan con otros moteros en la carretera.
Ahora viene cuando debéis poner el vídeo de mas abajo, porque así me sentí,. Is this the way to the Gym??


Señores dueños del Decathlon, he aquí una idea para un spot, cuarentonas ataviadas con mallas Domyos en negro, fucsia y pistacho uniéndose en un bailecito camino del gym.  Cuando tenga mas confianza se lo voy a proponer.

Entré en la clase, oh Dios, mal asunto. Había una monitora nueva, se giró,  y a que no sabéis quien era.....Justo. La muchacha de la recepción. Yo que había llegado tan rebosante de energía con mis mallas, mis zapatillas de gel amortiguante y el vídeo de Tony Christie en la cabeza, me eché a temblar. Ella dio un rápido repaso, no pareció reconocerme. 

   -Bueno Chicas, hoy vamos a hacer algo diferente- grita jubilosa.
Me mira, me reconoce y se acerca.
   - Tú a tu ritmo, no intentes seguir al grupo si no puedes, vale?- me sonríe.

Oh Dios, esta no es como los marines que no dejan atrás a un compañero, esta me abandonará al primer paso en falso. Respiro y me mentalizo. Ya sobreviví a una clase de aerobic la semana pasada, ¿Que puede ser peor?.
JA INFELIZ.
Zumba con pasos de danza árabe.
Si Salomé hubiese movido las caderas como yo, no le habrían regalado la cabeza del Bautista. 

En ese momento me dí cuenta de que tengo las caderas soldadas al sobaco y que mis manos son mas parecidas a unas raquetas voladoras que a unas mariposas. Aquello no era para mi, por mucho empeño que le pusiera.

La muchacha pareció apiadarse y se acercó.
  -Si quieres, puedes hacer algo de fitness hasta que vayas recuperando el tono.
Que mona, recuperando dice. 

Salgo de la clase y me meto en la sala de fitness. Pero esa amigos, es otra historia.